El crecer en una familia disfuncional, con un padre alcohólico y violento, y un cuidador que abusaba sexualmente de él, le dejó toda una vida de cicatrices.

De joven, Josh se consideraba agnóstico. Realmente creía que el cristianismo no valía nada. Sin embargo, cuando se le retó a examinar intelectualmente las afirmaciones del cristianismo, descubrió pruebas convincentes y abrumadoras de la fiabilidad de la fe cristiana.