El Poder del Amor: el Eslabón Perdido

blog_s&r_missinglinkNo hace mucho, yo (Josh) estaba hablando en una iglesia grande en el Medio Oeste. La iglesia acababa de completar un proyecto de construcción y se mudaba a sus grandes instalaciones. Mientras me acercaba a la entrada, noté un enorme cartel colgado a lo largo del edificio. Decía: “¡Predicamos la verdad, y solo la verdad!”
Ahora, por supuesto, debemos enseñar a nuestros hijos la verdad de Dios; así es como adoptan creencias correctas y forman una cosmovisión bíblica. Pero he escuchado suficientes declaraciones similares como para sospechar cuando la gente habla de “solo la verdad”.
Lo primero que pensé al ver el cartel fue que si el letrero significa lo que sospecho, esta iglesia está condenada al fracaso.
Muchos padres caen en la misma trampa. Piensan que han profundizado lo suficiente si pueden lograr que sus hijos crean en la verdad de Dios, porque entonces tendrán los valores correctos y harán las cosas correctas. Pero este enfoque está condenado al fracaso porque le falta el ingrediente clave que hace que la verdad de Dios cobre vida y transforme la vida de una persona. ¡Y esa clave es relación!
El rey David dijo: “Declárame inocente, oh SEÑOR, porque he actuado con integridad...he vivido de acuerdo con tu verdad. ” (Salmos 26:1, 3). Cuando aislamos el versículo 1 y la última parte del versículo 3, como lo hemos hecho aquí, pasamos por alto el contexto mismo en el que debe vivir la verdad. Leamos el versículo 3 completo.

Pues siempre estoy consciente de tu amor inagotable, y he vivido de acuerdo con tu verdad. (Salmos 26:3)

David estaba constantemente consciente del amor inagotable y la conexión relacional con su Dios. Vio la verdad de Dios dentro del contexto de las relaciones. Más tarde oraría: “Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad;” (Salmos 86:11). David vio una relación directa entre conocer a Dios y Sus caminos y vivir la verdad de Dios. Había descubierto que su vida correcta estaba fortalecida por el amor inagotable de Dios hacia él.
El apóstol Juan también descubrió ese poder cuando dijo: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:19, NTV).
Es cierto, como hemos dicho antes, que las creencias dan forma a nuestros valores y los valores impulsan nuestras acciones. Sin embargo, la realidad es que todos interpretamos lo que creemos acerca de Dios, de nosotros mismos y de toda la vida a través de nuestras experiencias de relación.
El rey David tenía razón: las acciones correctas surgen al aceptar la verdad de Dios (creencias y valores), pero todo fue impulsado por el amor inagotable de Dios (relación).
Todo lo que sus jóvenes han aprendido y todo lo que saben, incluso cómo lo aprendieron, ha surgido de una relación con alguien o algo. No solemos pensar en ello de esa manera, pero mucho de lo que cada uno de nosotros somos hoy es un resultado directo de con quién estamos relacionados y cómo. Y es a partir de estas relaciones que establecemos nuestras creencias: nuestra visión del mundo. Las relaciones amorosas son el terreno fértil en el que crecen las creencias de sus jóvenes que moldean los valores que impulsan sus acciones. Entonces, vivir de acuerdo con la verdad de Dios se encuentra en el poder del amor (ver cuadro).
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¿Por qué las relaciones son tan importantes para desarrollar creencias, valores y acciones correctas? Porque fuimos creados de esa manera. El Dios relacional del universo plantó en lo profundo de cada uno de nosotros un mercado identificativo o una característica distintiva de Su propia semejanza, y esa fue la capacidad de tener relaciones amorosas. Lo sabemos por las Escrituras (Génesis 1:26-27). Y recientemente la ciencia médica ha confirmado esa verdad.
Hace varios años, la Facultad de Medicina de Dartmouth encargó un estudio científico sobre jóvenes. El proyecto, llamado Hardwired to Connect, analizó los resultados de más de 260 estudios sobre jóvenes. El informe afirmó que el 100 por ciento de todos los estudios que analizaron mostraron que desde el momento en que nace un bebé, su cerebro está programado física, biológica y químicamente para conectarse con otros en las relaciones.**
Es por eso que el muy respetado Dr. Allan Schore de la Facultad de Medicina de UCLA dijo: “Nacemos para formar apegos. Nuestros cerebros están físicamente programados para desarrollarse en conjunto con otros a través de la comunicación emocional antes de que se pronuncien las palabras”.*** Eso no debería sorprendernos, ya que fuimos creados a imagen de un Dios relacional. Sin embargo, con demasiada frecuencia transmitimos reglas y verdades aparte de las relaciones amorosas. Nosotros, como nuestro amigo pastor, “predicamos la verdad y sólo la verdad”.
En Efesios, el apóstol Pablo dijo “hablaremos la verdad con amor” (Efesios 4:15). La verdad siempre está diseñada para ser enseñada dentro del contexto de una relación amorosa. Pablo dijo: “Los amamos tanto que no solo les presentamos la Buena Noticia de Dios, sino que también les abrimos nuestra propia vida.” (1 Tesalonicenses 2:8). Pablo no estaba promoviendo un enfoque de “solo la verdad”; estaba enseñando en el contexto de una relación viva con aquellos a quienes amaba. Y fue entonces cuando la verdad echó raíces y las acciones de la gente cambiaron. Ese es el poder del amor.
De hecho, sin relaciones sanas, todos los intentos de inculcar creencias, valores y acciones correctas serán ineficaces porque están desligados de los elementos necesarios del amor y el cuidado personal. Es ese amor y cuidado lo que Dios usa para ayudar a una persona a tomar decisiones morales correctas. Es por eso que la verdad sin relaciones conduce con mayor frecuencia al rechazo, y la disciplina o las reglas sin relaciones a menudo conducen a la ira y el resentimiento. Pero cuando colocas la verdad en el contexto de las relaciones amorosas, casi siempre obtienes una respuesta positiva. ¿Por qué vivía el rey David según la verdad de Dios? Porque estaba constantemente consciente del “amor inagotable” de su Padre Celestial
– La verdad en el contexto de las relaciones amorosas.

  • Capítulo extra de Hablando Claro con tus hijos sobre sexo
  • ** “Hardwired to Connect: The Scientific Case for Authoritative Communications”, Comisión sobre Niños en Riesgo, 2003.
  • *** (Nota final proporcionada por Josh)

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