“Encomienda al SEÑOR tus afanes, y Él te sostendrá.” ~ Salmos 55:22
Perdí a mi amada madre cuando tenía 7 años. Ella todavía estaba presente con nosotros, pero después de una cirugía cerebral en la cual le extirparon un tumor, su naturaleza cariñosa, divertida y su capacidad para conectarse estrechamente con nosotros se perdieron para siempre. Murió pocos días antes de que yo cumpliera mis 16 años. La tristeza, el miedo y el abandono que sentí por esta pérdida marcaron el comienzo del primer capítulo significativo de sufrimiento que experimentaría en mi vida.
Pero esta no iba a ser la última.
Durante 60 años, Josh McDowell ha estado guiando a los interesados hacia un conocimiento más profundo de la verdad y el poder de Dios. Te ofrecemos nuestro conocimiento acumulado e investigaciones para ayudarte a encontrar la verdad y el estímulo para vivir una vida sana e íntegra en Cristo.
Confiar en Jesús trae paz
En este mundo vemos a otros sufriendo a nuestro alrededor. Lo experimentamos nosotros mismos, a veces como parte de nuestra vida diaria. Jesús, consciente de lo que sus discípulos sufrirían, los consoló diciendo: “Yo les he dicho estas cosas para que en mí encuentren paz. En este mundo van a sufrir, pero anímense; yo he vencido al mundo ”(Juan 16:33).
Volviendo la vista hacia el pasado, puedo decir que me he fortalecido como resultado de las pruebas importantes que he tenido que atravesar. Pero en medio de algunos de mis días más difíciles, no sentí paz. Con el tiempo, me di cuenta de que esto era el resultado de mi fracaso en darle mis preocupaciones a Él, no Su fracaso por estar allí.
Filipenses 4:6-7 establece esta promesa: ‘No se angustien por nada; más bien, oren; pídanle a Dios en toda ocasión y denle gracias. Y la paz de Dios, esa paz que nadie puede comprender, cuidará sus corazones y pensamientos en Cristo.’
Esta escritura afirma que no es dentro de nosotros que encontramos paz durante el sufrimiento, sino a través de Jesús por medio de la oración, la súplica y la gratitud.
Mientras atravesaba el trauma de perder a mi madre, así como otras pruebas y sufrimientos, aprendí a aplicar Filipenses 4:6-7 en todas mis circunstancias. Como resultado, he experimentado “la paz de Dios, que supera toda comprensión”. Al fortalecerse con el tiempo, esta paz es el resultado de confiar en Dios en medio de situaciones realmente difíciles. Cuanto más le doy mis luchas a Él, más veo su obra en mi vida.
Filipenses 4:6-7 separa los pasos que podemos tomar para entregar nuestras aflicciones al Señor. A través de este proceso, la paz de Dios protegerá nuestros corazones y mentes en Jesús.
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