El Mal es la corrupción de lo bueno.

La humanidad experimentó el mal por primera vez cuando Adán y Eva eligieron ejercer su libre albedrío y comieron del fruto prohibido. El mal es la corrupción del libre albedrío, que Dios nos dio para que tuviéramos la opción de creer que él es el árbitro del bien y del mal, y sabe lo que es mejor para nosotros. Cuando Adán y Eva decidieron que Él no sabía lo que era mejor para ellos —que era la corrupción de algo especialmente bueno—, nació el mal. El mal, pues, es la corrupción de lo que es bueno.
Esto significa que el mal es un parásito del bien. El mal depende de la existencia del bien de una forma en que el bien no depende del mal. Así como el concepto de “corrupción" requiere “integridad", la existencia del mal requiere que el bien exista previamente. El mal se hizo realidad para nosotros cuando se produjo 1) un rechazo de lo que Dios dijo que era verdad y digno de obediencia, y 2) un acto en oposición al mandato de Dios. Dios quiere que confiemos en Él y le obedezcamos. Nos diseñó a propósito para que viviéramos vidas plenas y significativas venerándole y viviendo en una auténtica relación con Él. Cuando elegimos no confiar en Dios ni seguir sus caminos, el mal se hace realidad.Tweet
Pregunta: Vivimos en un mundo caído. ¿Sientes a diario la lucha de elegir el camino de Dios por encima de tus caminos?
Pregunta: ¿Cuáles son algunas maneras que has encontrado que te ayudan a rendirte a Dios y a confiar plenamente en Él?

Contenido adaptado de Preguntas Profundas sobre Dios y la Biblia.